Rapunzel.3
Como reescribir esta historieta
de aquella nena tan coqueta
que al novio de cuchefleta,
tras un toque de trompeta
ella lanzaba su coleta,
él trepaba a la torreta
sin temor a la escopeta,
que el padre de la chiqueta,
guardaba en la vieja arqueta.
Nadie se libra de tretas,
si en los tiempos de castañeta
las niñas no hacían calceta,
sino que recibían en porretas
a cualquier toca mantecas.
Qué esperaremos ¡¡¡puñetas!!!
si hoy nos secan la tarjeta
pa ponerse nuevas tetas
por cumplir cuatro cuartetas.
Qué nos queda a los “puretas”,
sólo darles la charleta.
Si pones una pegueta,
se te ponen la chaqueta,
te mandan a hacer puñetas
y se largan de marcheta.
Las torres de gibralfaro
ResponderEliminarVisitaba Málaga sola porque mi marido hacía un curso allí y aproveché el viaje y el hotel gratis. Tras desayunar unos churros, en la plaza del obispo y ver la maravillosa catedral, decidí visitar el castillo de gibralfaro que destaca con sus altas y bien conservadas torres antes de que apretara el calor de julio.
Elegí ascender por un sendero agreste que va pegado a la muralla y por el que sube poca gente puesto que hay acceso en coche por la carretera. A medio camino me crucé con una india, de la India que bajaba. En perfecto inglés me explicó que quería subir al castillo pero que algo le había asustado y quería saber si podía acompañarme. Acepté su compañía y seguimos caminando. Unos cientos de metros más arriba, nos encontramos con un hombre agachado, los pantalones en los tobillos en plena tarea de plantar su propia torre.
Nosotras nos paramos, él se levanta, se sube someramente los pantalones y se pone de cara a la muralla dándonos la espalda… no nos quedó más remedio que pasar junto al hombre porque el sendero no daba más margen.
La india me preguntaba si eso era una costumbre española pero mi inglés no es tan bueno como para justificar semejante espectáculo. Visitamos el castillo juntas y al terminar decidimos tomar un refresco en un kiosco de helados que hay junto a la salida.
Menuda sorpresa cuando vimos al camarero… era nuestro “caganet”. Por supuesto nos dimos media vuelta y la cerveza la tomamos abajo.