ABUELITA PETRA
Sufría cólicos tremendos, cualquier día o noche empezaba un
dolor agudo que le partía el alma y el cuerpo. Se sentía morir y se vestía con
su camisón más decente y preparaba la ropa que le serviría de mortaja. Después
loteaba sus posesiones y ponía notas a todos sus seres queridos, que eran
muchos. Cuando todo el trabajo estaba terminado o simplemente no podía más,
llamaba a la vecina que se encargaba de llamar al médico y a mi madre.
El médico nunca sabía exactamente lo que le ocurría pero la
veía tan mal que hacía llamar al cura y le ponía un calmante fuerte. Según
íbamos llegando a la casa, con su último aliento te obligaba a coger el hatillo
que te correspondía, se despedía intima y personalmente de cada uno, daba
instrucciones generales a mi madre y se relajaba hasta que parecía que no
respiraba. El cura daba la extremaunción y esperábamos…
Uno o dos días más tarde se levantaba como una rosa, se
arreglaba y salía de compras a reponer todo lo que había regalado. Mantelerías,
sábanas, colchas, toallas… Por eso todos los nietos conservamos hoy manteles
sin servilletas, servilletas sin manteles, sábanas sin almohadones, almohadones
sin sábanas, toallas de diferentes tamaños y colores y un surtido de paños de
cocina “recuerdo de …” que no secan.
ILUSIÓN
ResponderEliminar- ¡¡¡Niñaaaaaaaaaaa!!!
- …
- Ya estamos otra vez
- …
- No te escucho ¿Qué andas haciendo?
- …
- ¿Andas hurgando en los cajones?
- …
- ¡Pero qué manía tiene esta niña!
- …
- ¿mírala y no me contesta?
- …
- ¡Voy payá y te cojo por los pelos!
- …
- No te decía… hurgando en los cajones
- Abuelita, es que me hace tanta ilusión buscar en tu cofre lleno de tesoros
RECUERDOS
ResponderEliminarUno de los recuerdos más nítidos de mi infancia es ir de visita a casa de mi abuela y entrar en su cocina limpia como la patena, blanca y brillante con cada cosa en su lugar. La pila de piedra vacía, la mesa despejada, las cortinas que hacían las veces de puertas de los armarios perfectamente colocadas, los paños doblados y colgados de su barra y un puchero de aluminio en el fuego de gas en el que podías verte la cara.
13 de Marzo 2004
ResponderEliminarMe llamaron al tren para decirme que fuera a casa directamente porque ya había muerto. Me alegré de no ver su agonía. Ya me había despedido de ella. Hacía una semana que pasamos un día entero solas. Estaba tan lúcida para sus 96 años.
En Atocha me impactó el olor a cera. En el hall cientos de velas encendidas, flores marchitas, peluches, fotos…
Lloré, lloré desconsoladamente por mi abuela y por los 192 pasajeros que habían muerto en el atentado.
COCHES DE TOPE
ResponderEliminarOiga señor… ¿Le importa montar a la niña un viaje para que aprenda? Yo mientras voy a la taquilla a comprar las fichas…
Algunos chicos mayores nos permitían conducir durante unos instantes aquellos coches de tope pero otros ni tan siquiera nos hablaban durante aquellos emocionantes minutos.
Cuando nos bajaban del vehículo corríamos hacia ella pidiendo las fichas pero… nunca había fichas. Debíamos seguir aprendiendo por lo que nos volvía a montar en otro coche con algún desconocido hasta que llegaba la hora de volver a casa.